El laberinto de los tópicos

Introducción

No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.

De "Elogio de la sombra

Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredesque es mi destino.
Rectas galeríasque se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojalá fuera
éste el último día de la espera.

«Era una especie de edificio parecido a un anfiteatro, tenía grietas. Seguro que era un edificio alto, porque era mucho más alto que los cipreses y que los hombres, y yo pensaba que si yo tuviera una lupa, si yo tuviera mejor vista, yo podría ver al Minotauro adentro, entonces he tenido esa visión del laberinto. Pero más es un símbolo de estar perplejo, de estar perdido en la vida. Y yo me siento muchas veces perplejo, es decir que yo diré que mi estado continuo es un estado de asombro, ahora estoy asombrado de estar grabando aquí, de estar conversando con usted. En el laberinto hay algo muy curioso, porque la idea de perderse no es rara, pero la idea de un edificio construido para que la gente se pierda, es una idea rara. La idea de construir un edificio de una arquitectura cuyo fin sea que se pierda la gente o que se pierda el lector, es una idea rara, por eso sigo siempre volviendo al laberinto.
En mis cuentos hay muchas formas de laberinto. Hay por ejemplo, laberintos en el espacio y laberintos en el tiempo también. Hay un cuento mío, titulado creo El jardín de los senderos que se bifurcan, en el cual se habla de un laberinto perdido. Esa idea de un laberinto perdido es algo mágico, porque un laberinto es un lugar en el que uno se pierde y no un lugar que se pierde. Por eso la idea de un laberinto que se pierde es doblemente mágica ».
http://perso.wanadoo.es/litpretaporter/anteriores/revista3/monografico/laberintos.htm


La civilización cretense del segundo milenio a.C. recibe su nombre del legendario rey Minos, que mandó construir el laberinto. Según Eliade si este último no es el palacio de Cnosos, decorado de hachas dobles, es probablemente la imagen deformada de las antiguas grutas arregladas para servir de santuario desde el neolítico.
El culto minoico consistía en sacrificios y ofrendas en las grutas y sobre las cimas de las montañas, en santuarios rurales construidos alrededor de árboles sagrados o en habitaciones especiales de los palacios. Los rituales del fuego sobre las montañas, las procesiones y las acrobacias sobre los cuernos de un toro forman parte de la vida religiosa cretense.
La alianza cósmica que se expresa a través de la unión del mar (toro blanco) y la tierra (Pasifae casada con el sol: Minos), encuentra su oponente "lógico" en el ámbito celeste, de modo que Minos se desdobla en Teseo para recuperar a Pasífae-Ariadna.
El toro es un símbolo del caos, de la naturaleza incontrolada y hostil. Una fuerza enorme y brutal. Símbolo de muerte y anonadamiento y también símbolo de poder, fecundidad y vida. Humanizando a la bestia es posible domesticarla: la cópula del toro de Poseidón con la reina Pasífae convierte al animal en su prolongación obvia, el Minotauro, en el plausible principio de la creación. El Minotauro es una criatura de las aguas oceánicas, Poseidón hizo salir del mar a su padre y según lo asienten otras versiones, era éste un toro que estaba destinado al sacrificio en honor del dios.
Del mito se desprende que los mancebos enviados como tributo de guerra de Atenas a Creta son víctimas del Minotauro, quien a su vez es presa del laberinto creado por Dédalo, quien está al servicio ( y también en el futuro será víctima) de Minos, que es víctima de la ira de Poseidón, quien le enviará el Toro blanco que Minos no sacrificará por su hermosura y del que se enamorará Pasífae, madre del Minotauro. Poseidón aunque no se explicite en el mito, forma parte de la red de destino general o cósmica inevitable, aún para los dioses, que los griegos llaman moira; así por ejemplo, el dios del mar, pese a su omnipotencia, no puede evitar que Minos deje de sacrificar a su Toro, y así cometa sacrilegio o infidelidad contra su autoridad divina. 

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