Este fragmento pertenece a la introducción de la obra, donde el propio Gonzalo de Berceo se nos presenta como un peregrino que alcanza un hermoso prado, alegoría de los milagros de Nuestra Señora.
Todos cuantos vivimos y sobre pies andamos
-aunque acaso en prisión o en un lecho yazgamos-
todos somos romeros que en un camino andamos:
esto dice San Pedro, por él os lo probamos.
Mientras aquí vivimos, en ajeno moramos;
la morada durable arriba la esperamos,
y nuestra romería solamente acabamos
cuando hacia el paraíso nuestras almas enviamos.
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