El laberinto de los tópicos

Dédalo e Ícaro

                                La caida de Ícaro, Manzuoli, Palazzo Pitti, Florencia

El ateniense Dédalo es, en la mitología, el prototipo de artista universal: arquitecto, escultor e inventor.

Dédalo trabajaba en Atenas, donde tenía por discípulo a su sobrino Talo. Al inventar éste la sierra, inspirándose en la mandíbula de una serpiente, Dédalo, celoso, lo precipitó desde lo alto de la Acrópolis.

Desterrado por su crimen, buscó refugio en Creta, junto al rey Minos y fue su arquitecto y escultor.

La esposa de Minos, Pasífae había caido enamorada de un toro y pidió ayuda a Dédalo para consumar su amor. Ël le fabricó un armazón en forma de vaca.

Nacido el Minotauro, Dédalo construyó a petición del rey Minos el Laberinto para encerrar al monstruo.

Cuando Ariadna, hija de Minos y Pasífae, quiso ayudar a Teseo que iba a entrar al Laberinto, pidió consejo a Dédalo y éste le propuso darle un ovillo de hilo que le serviría de guía para encontrar la salida.

Al enterarse Minos del éxito de  Teseo, encarceló a Dédalo, junto con su hijo Ícaro, en el Laberinto. Pero Dédalo fabricó unas alas con plumas y cera y los dos huyeron volando. Antes de partir, el padre recomendó a su hijo que no volase demasiado alto ni demasiado bajo, pero Ícaro le desobedeció y se elevó tanto en el aire que el sol derritió la cera y el imprudente joven se precipitó al mar.

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